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Introducción

El agua es un elemento esencial para la existencia de vida en nuestro planeta. Todos los seres vivos estamos compuestos de agua, en mayor o menor medida, y necesitamos consumirla de forma continuada para vivir.

Es por ello que la humanidad ha tratado, guardado y distribuido este básico elemento, y ha utilizado desde las primeras técnicas de almacenaje, limpieza y distribución hasta las infraestructuras y tecnologías actuales para su tratamiento , reciclado y depuración.

El suministro de agua potable es esencial para la supervivencia y el bienestar de la humanidad. A lo largo de la historia, hemos desarrollado diversas tecnologías para garantizar que cada vez más personas tengan acceso a agua limpia y segura, y, en la actualidad, continúan surgiendo innovaciones sorprendentes en este ámbito.

Con el paso del tiempo, la humanidad ha aprendido a valorar y proteger este recurso vital. Afortunadamente, hoy en día el acceso a agua potable es mucho más amplio que en el pasado, gracias a los avances tecnológicos y a la conciencia cada vez mayor sobre la importancia de conservar y utilizar de manera responsable este recurso necesario.

Recordemos siempre que el agua potable proviene de diferentes fuentes y su disponibilidad varía según el lugar y las circunstancias, por lo que es esencial hacer un uso consciente y responsable de este preciado bien.

Datos históricos sobre la potabilización del agua

Desde tiempos remotos todas las civilizaciones sabían de la importancia que tenía el agua para poder garantizar la supervivencia de la especie. Es por ello que todas las tribus situaron sus asentamientos cercanos a zonas geográficas con abundancia de agua. Los ríos aportaban agua para el riego, para el consumo y como vía de comunicación

Los primeros asentamientos continuados de nuestros antepasados siempre tenían lugar en ubicaciones donde hubiese agua dulce disponible, como lagos y ríos. Y fue entorno al agua donde se originaron las primeras formas de sociedad, tal y como las concebimos hoy en día.

Cuando estas formas primitivas de sociedades empezaron a evolucionar y crecer de manera extensiva surgió la necesidad de buscar otras fuentes diferentes de agua. El constante incremento de la especie humana no siempre hizo posible que estas sociedades crecieran entorno a fuentes de fácil acceso como lagos y ríos, por lo que las poblaciones se vieron obligadas a desarrollar sistemas que les permitieran aprovechar los recursos de agua subterráneos, dando origen a las primeras construcciones de pozos, captaciones de ríos, etc.

Una de las mayores preocupaciones en la historia de la humanidad ha sido el proporcionarse agua lo más pura y limpia posible. En el pasado, el tratamiento del agua originalmente se centraba en mejorar las cualidades estéticas de esta.

Los primeros antecedentes los encontramos en Jericó (Israel) hace aproximadamente 7.000 años, donde el agua era almacenada en los pozos para su posterior utilización. Como había de ser trasladada de los pozos a otros puntos donde era necesario su uso, se empezaron a desarrollar los sistemas para su transporte y distribución. Este proceso se realizaba mediante canales sencillos, excavados en la arena o las rocas.

En Siria y Babilonia se construyeron unos conductos y acueductos para acercar el agua desde sus fuentes a lugares próximos a las viviendas. La vida cotidiana giraba en torno al agua y su correcta utilización. Es sorprendente observar todo lo que inventaron y llevaron a la práctica, hace miles de años y que actualmente seguimos utilizando.

A pesar de que encontramos ejemplos anteriores, como es el caso de la ciudad de Mohenjo-Daro (Pakistán), que alrededor del año 3.000 a.C. ya contaba con servicios de baño público e incluso instalaciones de agua caliente.

Años más tarde se comenzaron a utilizar tubos huecos, más parecidos a lo que son nuestras tuberías de hoy; por ejemplo, en China y Japón utilizaron troncos de bambú. Fueron los egipcios, los primeros en utilizar métodos para el tratamiento del agua. Estos registros datan del 400 A.C. Los mismos indican que las formas más comunes de purificación del agua eran hirviéndola sobre el fuego, calentándola al sol o sumergiendo una pieza de hierro caliente dentro de la misma. Otro de los métodos más comunes era el filtrado del agua hervida a través de arena o grava para luego dejarla enfriar.

No es hasta la antigua Grecia cuando nos encontramos con sistemas de recogida, purificación y distribución del agua que puedan tener ciertas similitudes con el concepto de depuración de nuestros días. En la antigua Grecia, el agua de escorrentía, de pozos y de lluvia eran utilizadas por sus ciudadanos. Debido al crecimiento de la población se vieron obligados a desarrollar sistemas más eficaces para al almacenamiento y distribución del agua, lo que les llevó a la construcción de las primeras redes de distribución a gran escala que requerían de unos materiales más sofisticados, como la cerámica, la madera o el metal.

La novedad introducida por los griegos estuvo en que ellos fueron la primera sociedad en tener un interés claro por la calidad del agua que consumían. Por ello, el agua utilizada se conducía mediante sistemas de aguas residuales, a la vez que el agua de lluvia, y se utilizaban embalses de aireación para su purificación.

Durante la época del imperio Romano, sus arquitectos fueron los mayores constructores de redes de distribución de agua que ha existido a lo largo de la historia. Los romanos utilizaban recursos de agua subterránea, ríos y de escorrentías para su uso y aprovisionamiento. El agua recogida se transportaba a presas que permitían el almacenamiento y retención artificial de grandes cantidades del líquido elemento. Desde aquí se distribuía por toda la ciudad gracias a los sistemas de tuberías, fabricadas con materiales tan diversos como cemento, roca, bronce, plata, madera y plomo. Pero la verdadera revolución llegó con los acueductos, ya que por primera vez se podía transportar agua entre puntos separados por una gran distancia. Gracias a ellos, los romanos podían distribuirla entre distintos puntos de su amplio imperio.

La habilidad para transportar el agua a largas distancias y distribuirla de manera eficiente en los centros urbanos fue un logro significativo que contribuyó al bienestar de la población y al desarrollo de la vida en sociedad. La gestión del agua permitió el funcionamiento de termas, fuentes públicas, sistemas de alcantarillado y el riego de campos, entre otras aplicaciones.

El legado de la gestión del agua en la Antigüedad perdura en la actualidad, y el estudio de los sistemas hidráulicos romanos ofrece valiosas lecciones sobre la planificación y la ejecución de proyectos de ingeniería civil y la importancia de la sostenibilidad en el desarrollo urbano.

Por lo que se refiere al tratamiento de aguas, los romanos aplicaban el tratamiento por aireación para mejorar la calidad del agua. Asimismo, se utilizaban técnicas de protección contra agentes externos en aquellos lugares en que se almacenaba el agua.

Después de la caída del imperio Romano, los acueductos se dejaron de utilizar. Desde el año 500 al 1500 d.C. hubo poco desarrollo en relación con los sistemas de tratamiento del agua. Esta escasa evolución, unida a un espectacular crecimiento de la población de las ciudades favorecieron la aparición de enfermedades, que en algunos casos fueron auténticas epidemias. Durante la Edad Media se manifestaron gran cantidad de problemas de higiene en el agua y los sistemas de distribución de plomo. Era muy frecuente evacuar los residuos y excrementos directamente a las mismas aguas que se utilizaban para el consumo humano, por lo que era frecuente que la gente que bebía estas aguas acabase enfermando y muriendo. Todo lo que se hacía para evitarlo era utilizar el agua existente fuera de las ciudades no afectada por la contaminación. Un dato que refleja el retroceso experimentado durante estos años es que esta agua se llevaba a la ciudad, mediante los llamados portadores.

Pasada esta larga etapa de estancamiento, las ciudades comenzaron a desarrollarse y recuperar su esplendor en los siglos XVI y XVII. En la segunda mitad del siglo XVIII tiene lugar la revolución industrial, en la que se experimentan el mayor conjunto de transformaciones socioeconómicas, tecnológicas y culturales de la Historia de la humanidad, desde el Neolítico.

Así llegamos hasta los inicios del siglo XIX en el que encontramos el primer sistema de suministro de agua potable para toda una ciudad completa. Fue construido en Paisley (Escocia), alrededor del año 1804 por John Gibb. Tres años más tarde se comenzó a transportar agua filtrada a la ciudad de Glasgow. En 1806 empieza a funcionar en París la mayor planta de tratamiento de agua conocida hasta el momento. Allí, el agua sedimentaba durante doce horas antes de su filtración. Los filtros consistían en arena, carbón y tenían una capacidad de seis horas.

En 1827 el inglés James Simpson construye un filtro de arena para la purificación del agua potable. Hoy en día todavía se considera el primer sistema efectivo utilizado con fines de salud pública.

Evolución del tratamiento de potabilización del agua

Los antiguos romanos construyeron sistemas de captación de agua de lluvia mediante canales y cisternas. Este método les permitía almacenar grandes cantidades durante los períodos de lluvia para su uso posterior.

Otro método empleado desde tiempos inmemoriales es la extracción de agua de fuentes naturales, como ríos y manantiales. Los antiguos egipcios, por ejemplo, construyeron sistemas de canales para llevar agua del río Nilo a sus ciudades. Además, utilizaban filtros de arena y carbón vegetal para purificar el agua antes de consumirla.

El desarrollo de sistemas de purificación ha sido esencial para garantizar la calidad del agua que consumimos. En los últimos años, se ha dado una mayor importancia a este tema, ya que la contaminación del agua es una preocupación creciente a nivel mundial. La purificación del agua implica la eliminación de sustancias indeseables, como bacterias, virus, metales pesados y productos químicos, que pueden ser perjudiciales para nuestra salud.

Los primeros métodos de tratamiento del agua trataban principalmente de mejorar sus características; eliminar su turbidez, color, olor o sabor desagradable. Posteriormente, cuando se descubrió una conexión clara entre el agua y ciertas enfermedades, la mayor preocupación fue hacer que el agua estuviera libre de microorganismos nocivos y fuera segura para el consumo humano.

En algún momento de la historia más reciente apareció el concepto de agua potable, que englobaba todas esas características de seguridad microbiológica y cualidades físicas que la hacen inocua y agradable a nuestros sentidos, y la historia del tratamiento del agua gira precisamente en torno al desarrollo de sistemas para conseguirla.

En la actualidad, la tecnología ha avanzado considerablemente y existen diferentes procesos para asegurar la potabilidad del agua. Uno de los métodos más comunes es la desinfección química, mediante la adición de compuestos como el cloro. La filtración también es ampliamente utilizada para separar partículas y contaminantes del agua.

Uno de los primeros ejemplos de filtración del agua a gran escala se produjo en la ciudad de Venecia. Construida sobre islas, Venecia era la ciudad rodeada de agua, pero no potable, por lo que dependía de la captación y almacenamiento del agua de lluvia. Para ello, las plazas y espacios públicos, estaban enlosados para recoger el máximo de agua, se construyeron aljibes de almacenamiento bajo un relleno de arena que actuaba como filtro, con una escalación de granulometrías para una mayor eficacia de la filtración.

El agua filtrada se recogía en pozos, a los que acudían los habitantes de Venecia para abastecerse de agua filtrada hasta finales del siglo XIX. Actualmente todavía pueden verse los restos de esos pozos en las plazas y calles de la ciudad, que hoy están clausurados con tapas de hierro.

La comercialización de la filtración del agua apareció en los siglos XVIII y XIX, en Francia e Inglaterra. Primero desarrollando, patentando y vendiendo filtros para uso individual y posteriormente construyendo plantas de filtración y distribuyendo el agua filtrada en contenedores sellados.

La esponja, el carbón, la lana y la arena fueron utilizados como medios filtrantes durante este período, en el que aparecieron figuras como el italiano Luc Antonio Porzio quien propuso un ingenioso sistema de filtración múltiple a través de arena, precedido por un proceso de colar y sedimentar el agua. y el francés Joseph Amy quien desarrolló innovadores sistemas de filtración para filtros tanto grandes como pequeños y escribió un libro sobre ello. También fundó la primera manufactura conocida de fabricación de filtros. Amy se decantó por las esponjas en sus intricados diseños, aunque finalmente la arena acabó siendo incluida en sus creaciones, dada su calidad como medio filtrante.

Poco después de que Joseph Amy consiguiera en 1749 la primera patente para un filtro de agua emitida en el mundo, la competencia inventiva al otro lado del canal de la Mancha respondió con el londinense James Peacock, que obtuvo la primera patente británica para un proceso de filtrado de agua.

El inglés propuso colocar la arena para el filtrado en esferas concentricas superpuestas de tamaño decreciente, con capas de material de tamaño también regularmente decreciente por encima de él. La filtración se realizaba por ascenso en lugar de por descenso y el filtro tenía un fondo perforado, que se limpiaba por el retroceso de flujo inverso. A pesar de que el filtro de Peacock fue un fracaso, marcó el comienzo de un período de experimentación, que dio como resultado los filtros lentos de arena que todavía se usan en la actualidad.

En las décadas siguientes, fueron los escoceses los que tomaron la iniciativa, en la localidad de Paisley, John Gibb ideó el primer filtro capaz de abastecer a toda una ciudad de agua filtrada y poco después, en Glasgow el agua filtrada ya se canalizaba hasta los consumidores.

A finales del siglo XIX, a medida que se realizaban mejoras en los sistemas de filtración, paralelamente se estableció la teoría de la existencia de gérmenes causantes de las enfermedades, como resultado de la investigación de Louis Pasteur, Robert Koch y otros, que cuestionaron la creencia extendida de que las enfermedades se transmitían por efluvios malignos (miasma).

Koch, descubridor del agente causal del cólera, Vibrio cholera, aportó evidencias de la importancia de la filtración del agua para protegerse de las enfermedades. El científico comparó los casos de cólera registrados en dos ciudades alemanas contiguas, Hamburgo y Altona, que obtenían el agua potable de un mismo rio, el Elba.

Altona utilizaba filtración, ya que cogía el agua por debajo de Hamburgo y ésta estaba altamente contaminada. Los resultados del estudio de Koch fueron claros: incluso con una fuente de agua más contaminada, Altona registraba una incidencia mucho menor de cólera que Hamburgo. Dado que en este momento ya se sabía que el cólera estaba causado por una bacteria intestinal excretada en las heces humanas, la conclusión fue que la filtración del agua eliminaba considerablemente la bacteria contaminante de la misma.

Con el surgimiento de la microbiología, nacida a mediados del siglo XIX, se le fue dando cada vez mayor importancia al aspecto bacteriológico de la filtración y a finales de siglo muchas ciudades ya habían construido plantas de filtración, tanto en Europa como en EEU.

La desinfección del agua se ha practicado durante miles de años, siendo la ebullición el método preferido durante siglos. Otros agentes desinfectantes han sido utilizados a través del tiempo incluyen el cobre, la plata, el cloro, el ozono y la radiación ultravioleta.

Si bien la filtración del agua, combinada con la sedimentación, fue un gran paso hacia la obtención del agua potable que conocemos hoy, los procesos de desinfección del agua introducidos posteriormente fueron decisivos en la reducción del número de brotes epidémicos de enfermedades como el cólera, la disentería o la fiebre tifoidea.

Aunque los suministros municipales de agua crecieron en número a lo largo del siglo XIX, las condiciones sanitarias y de salud no comenzaron a mejorar radicalmente hasta la introducción de la desinfección con cloro a principios del siglo XX.

En 1900 había más de tres mil sistemas de suministro municipal de agua en los Estados Unidos, pero, en ocasiones, en lugar de mejorar la salud y la seguridad, contribuyeron a expandir brotes importantes de enfermedades. Lamentablemente, el suministro de agua por tubería y bombeo, si está contaminado, puede propagar eficientemente bacterias patógenas por toda la comunidad. Este fue, por ejemplo, el caso de la epidemia de cólera de 1854 en el barrio del Soho en Londres, en el que murieron más de setecientas personas en una semana en un área de apenas medio kilómetro de diámetro. El doctor John Snow, precursor de la epidemiologia moderna, relacionó que el brote era causado por una bomba que suministraba agua procedente de un pozo contaminado con heces. Snow rechazaba la teoría del miasma, extendida en aquel momento, y estaba convencido de que el cólera entraba en el cuerpo por la ingestión del agua contaminada.

Para intentar desinfectar el suministro de agua después de clausurar la bomba, Snow ya utilizó el cloro. La determinación de la causa de este brote influyó sobre la organización de la salud pública y la mejora de los sistemas de drenaje y de captación de agua.

La mayoría de los países en Europa comenzaron a utilizar técnicas de desinfección del agua a finales del siglo XIX o principios del siglo XX. Y, especialmente, el cloro se utilizó desde un principio con este propósito

El ejemplo más antiguo que se conoce de su aplicación en técnicas de desinfección del agua fue en Middelkerke (Belgica), donde en 1902 se puso en marcha la primera planta de cloración permanente de agua. En este sistema se introducía cloruro de calcio y percloruro de hierro en el agua, antes de la filtración. También en Reino Unido comenzó, en los primeros años del siglo XX, la cloración continua del agua potable, donde su aplicación redujo drásticamente las muertes por tifus.

Tras el éxito en Europa, la cloración del agua potable fue introducida en los Estados Unidos en la ciudad de Jersey por iniciativa del Dr. John L. Leal, médico y experto en tratamiento del agua, responsable de concebir e implementar la primera planta de los EEUU de desinfección del suministro de agua potable, utilizando cloro. Leal conocía la capacidad del cloro para matar las bacterias, había utilizado hipoclorito de calcio para desinfectar las casas donde se daban casos de enfermedades infecciosas, como la difteria, y también conocía las experiencias previas para usar cloro en el suministro de agua potable.

Tras dos procesos judiciales, en los que se ponía en entredicho lo apropiado de la propuesta de Leal, finalmente se reconoció la calidad y seguridad del agua tratada con cloro suministrada en Jersey. La aplicación de Leal de la tecnología de desinfección con cloro, y su defensa del uso del químico para este fin, contribuyeron significativamente a la erradicación de la fiebre tifoidea y otras enfermedades transmitidas por el agua en los EE. UU. El precedente de Jersey condujo a una explosión del uso del cloro para la desinfección del agua potable en EEUU, con un gran impacto en el aumento de la esperanza de vida de sus ciudadanos.

En 1908 solo el suministro de agua de Jersey City se desinfectaba con cloro. En 1914, más de veintiún millones de personas recibían agua tratada con cloro en los Estados Unidos, y en 1918, más de mil ciudades de América del Norte ya estaban usando cloro para desinfectar su suministro de agua, que llegaba aproximadamente a treinta y tres millones de personas.

Actualidad de la potabilización del agua

En la actualidad, existen diferentes métodos y tecnologías utilizadas en el desarrollo de sistemas de purificación. Entre ellos, se encuentran la filtración, la desinfección y la desalinización. La filtración es un proceso que elimina partículas sólidas y sedimentos presentes en el agua, como arena y barro. La desinfección, por otro lado, se utiliza para eliminar microorganismos patógenos, como bacterias y virus. Por último, la desalinización es un proceso que elimina la sal y otros minerales del agua de mar, convirtiéndola en agua potable.

El desarrollo de sistemas de purificación también ha evolucionado con el avance de la tecnología. En la actualidad, se han desarrollado sistemas más eficientes y compactos que ofrecen resultados de alta calidad. Algunos ejemplos de tecnologías utilizadas incluyen la ósmosis inversa, la irradiación ultravioleta y la filtración por membranas. Estas tecnologías permiten una purificación más efectiva, eliminando incluso los contaminantes más difíciles de detectar.

A medida que las fuentes de agua dulce se vuelven escasas en muchas partes del mundo, la desalinización se ha convertido en una solución viable. Esta tecnología utiliza procesos de filtración y eliminación de sales para convertir el agua de mar en agua dulce y potable. Además, se están desarrollando sistemas más eficientes y sostenibles, sobe todo basados en la reducción del consumo energético, para hacer que la desalinización sea más accesible para comunidades que lo necesitan

Otra innovación inmediata es el uso de inteligencia artificial (IA) para el monitoreo y control del suministro de agua. Mediante el análisis de grandes cantidades de datos recopilados por sensores y dispositivos conectados, la IA puede identificar patrones, predecir problemas y optimizar la distribución del agua. Esto no solo ayuda a mejorar la eficiencia del sistema, sino que también contribuye a la conservación de recursos y la prevención de crisis hídricas.

Además, la tecnología de acumulación de agua de lluvia ha evolucionado considerablemente en los últimos años. Ahora existen sistemas avanzados que pueden recoger y almacenar el agua de lluvia de manera eficiente. Estos sistemas pueden ser utilizados tanto a pequeña escala, en hogares individuales, como a gran escala, en edificios o incluso en áreas urbanas completas, como es el caso de los depósitos de avenidas, los embalses y los pantanos. La recolección de agua de lluvia no solo ayuda a reducir la dependencia de fuentes limitadas de agua, sino que también es una forma sostenible de aprovechar un recurso natural abundante.

Desafíos y futuro de la potabilización del agua

El acceso al agua potable es un tema vital para la salud pública en todo el mundo. El agua limpia y segura es fundamental para mantener una buena higiene, prevenir enfermedades y promover una vida saludable. Sin embargo, muchos lugares en el mundo aún carecen de un suministro adecuado de agua potable y esto tiene graves consecuencias para la salud de las comunidades.

La contaminación puede ser la causa de enfermedades transmitidas por el agua, como el cólera, la diarrea y la fiebre tifoidea. Estas enfermedades pueden ser mortales, especialmente para los niños y las personas con sistemas inmunológicos debilitados. Además, la falta de acceso al agua potable también puede contribuir a la desnutrición, ya que muchas personas no pueden lavar adecuadamente los alimentos o cocinarlos de manera segura.

El impacto negativo de la falta de agua potable se siente de manera desproporcionada en las comunidades pobres y rurales, donde a menudo hay una falta de infraestructura adecuada para el suministro de agua limpia. Además, el cambio climático y la sobreexplotación de los recursos hídricos también están poniendo en peligro la disponibilidad de agua potable en muchas regiones.

Es fundamental que los gobiernos y las organizaciones internacionales trabajen juntos para garantizar el acceso universal a agua potable y saneamiento básico. Esto no solo mejorará la salud pública, sino que también tendrá un impacto positivo en el desarrollo económico y social de las comunidades. Además, cada persona puede tomar medidas en su vida diaria para conservar agua y promover prácticas sostenibles en el uso del recurso hídrico.

Uno de los principales retos que enfrentamos es la escasez de agua. A medida que la población mundial sigue creciendo, la demanda de agua también aumenta. Esto pone una gran presión sobre los recursos hídricos, especialmente en regiones donde la oferta de agua ya es limitada. Además, el cambio climático está alterando los patrones de precipitación, lo que agrava aún más la situación. Otro desafío importante es la contaminación del agua. El vertido de desechos industriales y agrícolas, así como la falta de tratamiento adecuado de aguas residuales, contamina los depósitos de agua y afecta a su calidad. Esto hace que sea más difícil garantizar el suministro seguro de agua potable para la población.

La falta de infraestructuras y sistemas de distribución eficientes también es un obstáculo en la gestión del agua potable. En muchas áreas, especialmente en zonas rurales y comunidades marginadas, la falta de acceso a una infraestructura adecuada dificulta la provisión de agua potable de calidad. Además, la falta de inversión y mantenimiento de las infraestructuras existentes también contribuye a la ineficiencia en la gestión del agua ( ejemplo pérdidas por fugas).

Si bien muchos de los principales hitos en la historia del tratamiento del agua ocurrieron en el siglo XIX y principios del siglo XX, la industria ha seguido evolucionando y perfeccionando el proceso de tratamiento del agua. El ritmo de la invención y la innovación en el siglo XX y principios del XXI ha superado por mucho a todos los desarrollos que se han producido a lo largo de los siglos anteriores.

Actualmente se sigue perfeccionando la industria del tratamiento del agua, las tecnologías de filtración y las técnicas de desinfección, y afrontando nuevos retos derivados de las propias tecnologías, como puede ser la presencia de los subproductos de la desinfección del agua por cloración, nocivos para la salud o la sostenibilidad ambiental de los procesos de desinfección del agua

También el crecimiento de la era de la informática y todas sus tecnologías, relacionadas con el monitoreo y el control, continúan cambiando la naturaleza misma del tratamiento del agua. Los avances en la microbiología y la capacidad de la industria para detectar y controlar la contaminación en cantidades cada vez menores afectará también sin duda al tratamiento del agua en las próximas décadas.

Por otro lado, la tendencia a la desertización en el planeta motivaba básicamente por el incremento de la temperatura ambiental a una velocidad sensiblemente mayor a la prevista, junto al crecimiento demográfico desmedido de población ( ya superamos los 8.000 millones de habitantes), hacen necesarias medidas drásticas para solucionar los problemas de la demanda de agua potable en cantidad y calidad suficientes. Así en los momentos de mayor sequía, se ha reducido el consumo de agua domestica (menor dotación), en la industria y la agricultura, llegando al límite de dejar de regar los campos con agua potable, y sustituirla por la cantidad posible de agua reciclada que procede del postratamiento de las aguas residuales urbanas e industriales; en este sentido las tecnologías han avanzado al punto de llegar a cumplir con valores de agua potable, o al menos sanitariamente permisibles.

Las aguas regeneradas, normalmente se utilizan para riegos de la agricultura, parques y jardines, e incluso para inyección en acuíferos subterráneos o en la cabecera de los ríos, con el fin de que el medio ambiente naturalice estas aguas usadas.

Por ejemplo, en Singapur, las aguas residuales se transforman en potables, en gran medida, gracias a los tratamientos de desinfección y filtración avanzada en que este país despunta por sus actuales tecnologías. La zona del sudeste asiático en que se encuentra enclavada tiene recursos acuíferos limitados. Actualmente, el 40% de las necesidades de agua potable de esta ciudad-estado se cubre con agua reciclada tratada, y se prevé que, en unos treinta años, esta proporción ascienda hasta el 60%.

Resumen

El acceso al agua potable es un derecho humano fundamental, pero desafortunadamente todavía enfrentamos importantes desafíos en su gestión. En la actualidad, existen diversos problemas que amenazan la disponibilidad y calidad del agua potable en todo el mundo.

El agua potable es crucial para la salud pública. No solo es necesario garantizar un suministro adecuado de agua limpia, sino también educar a las personas sobre la importancia de la higiene y el uso responsable del agua. Todos podemos contribuir a este objetivo, tanto a nivel individual como colectivo, y así construir un futuro más saludable y sostenible para todos.

En resumen, el desarrollo de sistemas de purificación es fundamental para garantizar un suministro de agua limpia y segura. La utilización de diferentes métodos y tecnologías nos permite obtener resultados óptimos en la eliminación de contaminantes. A medida que avanza la tecnología, los sistemas de purificación continúan mejorando, ofreciendo soluciones más eficientes y accesibles para mantener la calidad del agua que consumimos.

La gestión del agua potable enfrenta desafíos significativos en la actualidad. La escasez de agua, la contaminación y la falta de infraestructuras son algunos de los problemas más urgentes y complejos. Sin embargo, es crucial abordar estos retos de manera integral y colaborativa, involucrando a todos los actores relevantes, desde los gobiernos y las organizaciones internacionales hasta la sociedad civil, para garantizar un suministro sostenible y seguro para todos.

La solución de potabilizar las aguas usadas es un recuso al alza, que va tomando cuerpo en la medida en que evoluciona la tecnología en el tratamiento de aguas y la demanda de agua potable crece.

Consultas:
https://higieneambiental.com/
La historia del agua potable: desde sus orígenes hasta la actualidad (curiosaweb.com)

Por Sergio Tuset

Ingeniero Químico

Fundador de Condorchem Envitech. Prestigioso especialista en ingeniería aplicada a la gestión de aguas residuales y control de emisiones atmosféricas, autor de diversas patentes medioambientales y numerosas publicaciones técnicas.

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