El proceso de reducción catalítica selectiva (RCS) está pensado para la reducción de los NOx con NH3, en presencia de exceso de O2 y un catalizador apropiado, para transformarse en sustancias inocuas tales como agua y nitrógeno. El amoníaco en forma de hidróxido amónico líquido, es vaporizado, diluido con aire e inyectado directamente en la corriente de gases a tratar a través de un distribuidor.
En el caso de combustibles con alto porcentaje en azufre, durante su combustión se produce también SO2 que puede ser catalíticamente oxidado a SO3. La oxidación del SO3 formado puede reaccionar con el agua y el amoniaco no reaccionado para formar ácido sulfúrico y sulfato amónico.
Los sulfatos se pueden depositar y acumular sobre el catalizador dando lugar a su desactivación si la temperatura del catalizador no es suficientemente alta, y el ácido sulfúrico formado puede provocar problemas de corrosión de aguas en la planta. Por lo tanto, dependiendo de las condiciones de operación requeridas se debe disponer de un sistema catalítico de NOx altamente selectivo para poder reducir los NOx con el NH3 en presencia de O2, evitando todas las reacciones secundarias no deseables.