Tratamiento del alperujo – Aguas residuales del aceite de oliva
España es el principal productor y exportador mundial de aceite de oliva, con una superficie dedicada a la oliva de 2,5 millones de hectáreas aproximadamente. Lo que representa más de la mitad de la producción de la UE y el 40% de la mundial. Por lo que el sector oleícola confiere un enorme patrimonio económico, cultural y ambiental al país. Por consiguiente, mejorar el tratamiento de los residuos obtenidos tras la producción del aceite de oliva y tratar de valorizarlos es crucial para mejorar la competitividad y rentabilidad del sector. Es de gran importancia llevar a cabo una correcta depuración una vez obtenido el aceite de oliva, ya que en España se generan más de un millón de metros cúbicos de aguas residuales procedentes de almazaras cada año.
El proceso de producción acostumbra a seguir la siguiente secuencia:
- Molienda
- Batido
- Centrifugación horizontal
- Centrifugación vertical
- Almacenamiento y envasado
Una vez el fruto ha sido recolectado y transportado, comienza el proceso productivo en las almazaras. Actualmente, existen dos sistemas de producción: el sistema tradicional, o de tres fases, que produce tres tipos de producto además del aceite: alpechín, orujo y agua residual. Y el sistema de dos fases, que aparte del aceite genera agua residual y alperujo (mezcla de orujo y alpechín). Este nuevo sistema de dos fases es más eficiente, genera menos residuos y consume menos agua, por lo que genera menos cantidad de aguas residuales.
El sistema de dos fases genera dos tipos de residuos: aguas residuales y alperujo. Las aguas residuales de los procesos de lavado y centrifuga vertical, de la limpieza de los tanques, tolvas y otros elementos. Este residuo no cumple la normativa para ser vertido a cauce público, ni se puede utilizar para riego por su alta carga contaminante. Tradicionalmente este residuo se ha ido almacenado en balsas sin ser tratado, lo que genera graves problemas para el sector, ya que es necesario ir aumentando la superficie ocupada, genera malos olores, desbordamientos, sanciones, paralización de la actividad, plagas de insectos, etc.
El agua residual generada por la actividad de las almazaras, comúnmente conocida como alpechín, contiene una gran variedad de residuos como: polvo, tierra, aceites y grasas, azúcares, sustancias nitrogenadas, ácidos orgánicos, polialcoholes, polifenoles, etc. Los polifenoles representan un gran problema debido a que inhiben la actividad bacteriana en el suelo. Por esta razón, esta agua tiene que ser tratada para poder ser reutilizada para riego. El tratamiento para eliminar este contaminante consta de una depuración físico-química debido al poder inhibidor que poseen sobre los procesos microbiológicos.
Estas aguas residuales, o alpechín, antes de ser tratadas, se caracterizan por su color oscuro y su fuerte olor. Poseen un grado elevado de contaminación orgánica con una relación de DQO/DBO5 entre 2,5 y 5, un alto contenido en polifenoles y materia solida. El pH es ligeramente ácido, de fácil fermentación, alta conductividad eléctrica y contienen grasas emulsionantes. Existen varias técnicas para tratar las aguas residuales procedentes de las almazaras con el fin de que esta cumpla los estándares legales: métodos físico-químicos (coagulación-floculación, oxidación y procesos electroquímicos), tratamientos biológicos (fangos activados, tratamientos anaerobios, procesos basados en reactores biológicos de membranas). Cada método tiene sus ventajas e inconvenientes en cuanto a costes y efectividad, por lo que lo habitual es la combinación de varias soluciones tecnológicas.
Como hemos comentado anteriormente, una vez estas aguas residuales ya han sido tratadas pueden ser reutilizadas para riego u otros usos como la refrigeración de calderas y la recarga de acuíferos. De hecho esta es una práctica recomendada por las administraciones públicas y organismos internacionales. Sin embargo, estas aguas tratadas deben someterse a unos controles de uso y calidad con tal de ser usados como un recurso hídrico seguro para la salud y el medioambiente.
El tratamiento del alperujo también es de extrema importancia, ya que su vertido incontrolado provoca problemas de coloración de las aguas, supone una amenaza para la biodiversidad acuática, deterioro del suelo, fitotoxicidad y olores. Por otro lado las orujeras se han adaptado a la recepción de este producto del cual pueden extraer aceite de orujo de oliva a partir de un proceso físico o químico. Después de la obtención del orujo, se pueden obtener subproductos derivados del alperujo. Tras un proceso de cogeneración energética o compostaje, para la producción de biomasa, para la producción de PHB para la fabricación de bioplásticos, producción de encimas y pectinas, producción de colorantes y antioxidantes, para la producción de expolisacáridos de interés comercial para la industria alimentaria y cosmética y, también, como fertilizante agrícola.
Por lo tanto, el alperujo es un producto altamente contaminante, pero que puede ser aprovechado como combustible por un lado (una vez extraído el aceite residual) y puede utilizarse para fabricar compost por el otro. Esta última opción es ideal para las almazaras que están alejadas de las plantas de tratamiento de orujo. De esta forma se usa como recurso lo que en principio era un residuo. Al mezclar el alperujo con hojas de aceituna y estiércol se obtiene un compost de excelente calidad.
Para que la materia orgánica se convierta en compost tiene que producirse una fermentación aerobia. La calidad del producto dependerá de los siguientes parámetros: relación entre carbono y nitrógeno (de 25/1 a 45/1), la humedad de la materia inicial (de un 30% a un 80%), el pH (no hay que preocuparse si la relación C/N es adecuada), la oxigenación y la temperatura.
…mejorar el tratamiento de los residuos obtenidos tras la producción del aceite de oliva y tratar de valorizarlos es crucial para mejorar la competitividad y rentabilidad del sector